Muchos estudios se han hecho para intentar descubrir los factores que influencian la diversidad de bacterias que habitan en nuestros intestinos y el impacto que estos tienen en el desarrollo de distintas enfermedades como diabetes, obesidad1, enfermedad inflamatoria intestinal2, enfermedades neurológicas3, entre otras. Para ello, se analiza la diversidad y abundancia relativa de bacterias en individuos sanos y se compara con aquella de individuos que presentan padecimientos de importancia clínica. Tratando así de elucidar la composición bacteriana característica de cada grupo y poder proponer en un futuro terapias que lleven a los individuos a tener una microbiota más saludable.

Sin embargo, ésta no es una tarea fácil ya que múltiples factores influyen en la composición bacteriana de los intestinos. Estos factores incluyen: edad, índice de masa corporal, dieta, estilo de vida, sistema inmune, uso de antibióticos y genética. Con el fin de analizar múltiples factores una investigación recopiló la información generada en estudios previos y analizó la influencia de la geografía, ancestría y estilo de vida, en la diversidad microbiana intestinal de individuos saludables de distintas regiones geográficas.

Con el fin de analizar múltiples factores una investigación recopiló la información generada en estudios previos y analizó la influencia de la geografía, ancestría y estilo de vida, en la diversidad microbiana intestinal de individuos saludables de distintas regiones geográficas.

El estudio concluyó que el estilo de vida es el factor con mayor impacto en la diversidad bacteriana intestinal característica de cada población. Estos estilos de vida se pueden resumir en 3 grandes grupos con base en el medio de subsistencia: caza-recolección, agricultura-pesca y vida occidental urbana industrializada.

La caza-recolección se caracteriza por el consumo de tubérculos, frutos, plantas, semillas y carne de animales de caza silvestre. Por otro lado, las poblaciones de agricultores se caracterizan por consumir frutos, verduras, plantas y carne de animales domesticados. Y por último las sociedades urbanas industrializadas muestran un alto consumo de alimentos procesados ricos en proteínas y alta cantidad de ácidos grasos.

Un hallazgo interesante fue que existe una marcada reducción de diversidad microbiana partiendo de un estilo de vida de caza-recolección a un estilo de vida urbano industrializado.

Un hallazgo interesante fue que existe una marcada reducción de diversidad microbiana partiendo de un estilo de vida de caza-recolección a un estilo de vida urbano industrializado. La alta diversidad de especies microbianas presentes en grupos de cazadores-recolectores, se sugiere que podría beneficiar su capacidad para digerir distintos tipos de alimentos dependiendo de la estacionalidad, y a su vez la presencia de bacterias benéficas podría contrarrestar la presencia de patógenos. Mientras que los habitantes de las ciudades tienen mayor acceso a servicios médicos y al uso de antibióticos, que influyen en la cantidad y diversidad de bacterias en el intestino.

Dependiendo del estilo de vida, los géneros bacterianos con mayor y menor representación en la microbiota intestinal fueron: Prevotella en mayor abundancia en cazadores-recolectores; este género bacteriano se asocia con una mayor habilidad de digerir alimentos ricos en fibra, y una baja abundancia de Bacteroides que están asociados a dietas ricas en proteínas y grasas animales. Por otro lado,  en habitantes de ciudades industrializadas se encontró una mayor cantidad de Bacteroides y una presencia casi nula de Prevotella. Mientras que el grupo de agricultores mostró una abundancia intermedia entre estos grupos, mostrando así una transición del estilo de vida cazador-recolector -> agricultor -> vida urbana.

Cabe destacar que en grupos cazadores-recolectores y agricultores se ha observado también la presencia del género Treponema, el cual está ausente en individuos de sociedades urbanas-industrializadas5. La presencia del género Treponema también se ha reportado en microbiomas intestinales de humanos antiguos6 y en otras especies de primates4. Este género de bacterias podría contribuir en el metabolismo de polisacáridos como el xilano, presente en alimentos de origen vegetal5.

De manera similar, otro estudio7 que confirma la influencia del estilo de vida analizó la microbiota intestinal de individuos que cambiaron su estilo de vida de agricultor a uno característico de una cuidad industrializada, al emigrar a los Estados Unidos de América. Después de seis meses de haber inmigrado, la microbiota de estos individuos cambió drásticamente, con una marcada pérdida de diversidad microbiana y un aumento notable de hasta diez veces en la proporción de Bacteroides con respecto a la de Prevotella. Otro aspecto interesante fue que, al analizar la dieta de estos individuos, se descubrió que ésta no era completamente responsable de los cambios identificados en la microbiota, por lo que proponen que hay otros factores que podrían estar contribuyendo a estos cambios, como el consumo de agua municipal, antibióticos y antiparasitarios e incluso el estrés y la actividad física. 

Sin duda que aún hay mucho por estudiar en el campo de la microbiota intestinal humana.  No obstante, estos resultados reflejan de forma clara los cambios a los que han estado expuestas las poblaciones humanas a través de los años, desde el inicio de la agricultura y domesticación de animales, hasta la transición a un estilo de vida con un alto consumo de alimentos procesados, lo cual ha llevado a la pérdida de microorganismos, que en algún momento de nuestra historia jugaron un papel metabólico importante para el aprovechamiento de nutrientes provenientes de distintas fuentes de alimentos.

Así pues, queda claro que todos los elementos que conforman nuestro estilo de vida alimenticio, son factores que determinan el tipo de bacterias que habitan nuestros intestinos, lo que a su vez, condiciona el devenir metabólico de las poblaciones humanas, algo que además debería tomarse en cuenta al momento de utilizar terapias que alteren la composición de la microbiota intestinal.

  1. Barlow, G. M., Yu, A. & Mathur, R. Role of the Gut Microbiome in Obesity and Diabetes Mellitus. Nutr. Clin. Pract. 30, 787–797 (2015).
  2. i, J., Wu, G. D., Albenberg, L. & Tomov, V. T. Gut microbiota and IBD: causation or correlation? Nat. Rev. Gastroenterol. Hepatol. 14, 573–584 (2017).
  3. Tremlett, H., Bauer, K. C., Appel-Cresswell, S., Finlay, B. B. & Waubant, E. The gut microbiome in human neurological disease: A review: Gut Microbiome. Ann. Neurol. 81, 369–382 (2017).
  4. Gupta, V. K., Paul, S. & Dutta, C. Geography, Ethnicity or Subsistence-Specific Variations in Human Microbiome Composition and Diversity. Front. Microbiol. 8, 1162 (2017).
  5. Angelakis, E. et al. Treponema species enrich the gut microbiota of traditional rural populations but are absent from urban individuals. New Microbes New Infect. 27, 14–21 (2019).
  6. Tito, R. Y. et al. Insights from Characterizing Extinct Human Gut Microbiomes. PLoS ONE 7, e51146 (2012).
  7. Vangay, P. et al. US Immigration Westernizes the Human Gut Microbiome. Cell 175, 962-972.e10 (2018).
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Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Lorena Barranco Angel

    Que interesante artículo y análisis, felicidades estoy muy orgullosa de tus logros profesionales 😘

    1. Viridiana Villa

      Muchas gracias, me alegra que te haya gustado. Cada mes se estarán publicando nuevos artículos en la revista. Saludos!

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