Escuchen el término «Chick Flick». ¿Qué les viene a la mente? ¿Una comedia romántica de chicas como Pretty Woman o Bridget Jones’s Diary? ¿Una comedia femenina como Bridesmaids o un musical como Mamma Mia? ¿O remite a cinta lacrimógena como Love Story o a una película adolescente emocional como The Fault in Our Stars? Demonios, incluso podría ser algo más orientado a la acción, como Thelma & Louise o Wonder Woman.
Y aquí está el problema. ¿Qué demonios intenta decir el término «Chick Flick»?
Wikipedia sugiere que es «un término slang [propio de la jerga fílmica] para un género cinematográfico principalmente relacionado con el amor y el romance, y diseñado para atraer a una audiencia principalmente femenina».
El crítico de cine David Denby del periódico New Yorker parece estar de acuerdo, aunque con la estipulación de que sólo «si la historia está dominada por el punto de vista de las mujeres, por las emociones y deseos de una mujer…» (p. 145).
En una editorial abierta del 2017 en el New York Times, Gloria Steinem describe una película de chicas como una película que «… tiene más diálogo que las persecuciones de coches, más relaciones que efectos especiales, y cuyo suspenso viene más de cómo vive la gente que de cómo se les mata».
Creo que Deborah Barker, en su altamente recomendado libro Chick Flicks, lo pone mejor:
«La película de chicas ha sido definida de múltiples maneras como entretenimiento escapista para mujeres, simplemente como películas que no gustan a los hombres, como exámenes de personajes femeninos que son independientes y capaces, y de su empoderamiento, como cintas lacrimógenas y emocionales, como cuentos de unión femenina, y como la antítesis de las películas de acción dirigidas a los hombres».
De manera similar, si empleamos «Chick Flick» para describir absolutamente cualquier película que pretenda atraer a las mujeres, estamos reforzando los estereotipos polarizantes -lo que significa ser mujer y también lo que significa no ser mujer.
«Tratar de mercantilizar las predilecciones de todas las mujeres en un solo género cinematográfico no sólo es absurdo e imprudente: es insultante.» Aquí tengo una rápida analogía para demostrar por qué:
Érase una vez Crayola, que tenía un color de crayón que llamaban «carne». De hecho, el color era (y ahora se llama oficialmente) «durazno» – una distinción importante, porque mientras que «durazno» se refiere a un tono amarillo rosado en la paleta de colores, «carne» se refiere a «piel», que todos sabemos que viene en una amplia variedad de tonos. Sin embargo, al etiquetar sólo el crayón de color durazno como «carne», Crayola estaba implicando que el durazno era el tono de piel «normal», sugiriendo así que cualquier otro tono era, bueno, «otro».
De manera similar, si empleamos «Chick Flick» para describir absolutamente cualquier película que pretenda atraer a las mujeres, estamos reforzando los estereotipos polarizantes -lo que significa ser mujer y también lo que significa no ser mujer- al esperar que las mujeres favorezcan las películas que se adhieran a los temas e ideales femeninos socialmente aceptables, al tiempo que amenazan la masculinidad de cualquier hombre que pueda encontrarlas atractivas»
«Tratar de mercantilizar las predilecciones de todas las mujeres en un solo género cinematográfico no sólo es absurdo e imprudente: es insultante.»
El término también impone el género donde el género no debería aplicarse. Es raro que usemos el término «películas de hombres» o «películas fálicas». Más bien, hablamos de «películas de acción», «Westerns«, «películas de aventuras», «comedias», «Thrillers«, «películas de ciencia ficción», «películas de terror», «misterio» y «cine negro», con el entendimiento de que estas películas no están restringidas a la apreciación masculina, ni se espera que atraigan a todos los hombres por igual. Sin embargo, si añadimos una protagonista femenina, un enfoque romántico, o mostramos una emoción abierta, es probable que la población general del cine vuelva a llamarla «Chick Flick». Así, las películas dominadas por hombres se vuelven «normales» y cualquier otra cosa se convierte en «otra». «Esta forma de pensar lleva a la producción de menos historias dirigidas a las mujeres, ya que la mayoría de las películas financiadas por los estudios se dirigen a los jóvenes varones (para más información sobre por qué, véase mi artículo “Más allá de la Prueba Bechdel”). https://iconema.com.mx/mas-alla-de-la-prueba-bechdel/
Entonces, ¿cómo arreglamos este caos habitual en nuestro sistema?
Sugiero que sigamos el ejemplo de Crayola. Elijamos etiquetas de género que tengan significados claramente definidos, colectivamente entendidos y aceptados. La etiqueta «Chick Flicks», como ya se ha demostrado, no lo hace. En un mundo ideal, emplearíamos categorías de género neutrales como las mencionadas anteriormente. Desgraciadamente, como el daño ya está hecho, habrá momentos, especialmente en este blog, en los que la discusión de estos temas haga imposible la neutralidad de género. En ese caso, cuando sea necesario, emplearemos el término «películas dirigidas a mujeres» para poner la responsabilidad en la gente de relaciones públicas y no en las realidades sociales. El hecho de que una película se comercialice para mujeres no significa que hable de y para todas (o, en algunos casos, de ninguna de) nuestras diversas estéticas individuales.
El hecho de que una película se comercialice para mujeres no significa que hable de y para todas (o, en algunos casos, de ninguna de) nuestras diversas estéticas individuales.
A continuación, tendremos el artículo “La palabra con F (¡y por qué no es tan mala!)”.
Mientras tanto, aquí hay una lectura ligera de Wikipedia que sorprendentemente vale la pena para ofrecer más antecedentes sobre este tema:
https://en.wikipedia.org/wiki/Woman%27s_film
Y algunos enlaces adicionales sobre la historia del término «Chick Flick»:
http://www.mtv.com/news/2164597/chick-flick-history/
MTV ofrece una visión accesible de la historia del término que arguye que: «El primer uso conocido de la frase, del Bergen County Record de 1988, describía películas con elementos eróticos pesados, como «Más allá del valle de las muñecas», «Twilight People» y «Black Mama, White Mama», que el periódico denominó «otro chick-flick ambientado en una cárcel de Filipinas».
Ex bailarina convertida en cineasta, autora de ficción publicada y académica de cine a tiempo parcial, Devi Snively es una orgullosa ex-alumna del Taller de Dirección para Mujeres del Instituto Americano de Cine (AFI) y participante invitada al programa inaugural del Puente de Estudios AFI/Fox en 2017. Sus guiones se han presentado en concursos como la Nicholl Fellowship, Slamdance y PAGE Awards, y sus películas se han proyectado en más de 500 festivales de todo el mundo, obteniendo premios, distribución y elogios de la crítica.