Hace algunas semanas, quienes tenemos un enamoramiento con el fútbol (soccer), recibimos la noticia de que Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, junto con los encargados de once de los equipos más poderosos de Europa en términos económicos, plantearon la posible creación de una Superliga Europea. El proyecto básicamente pretendía ser una competición donde quince clubes fundadores disputarían un torneo continental anual, en el que estos tendrían un cupo fijo y se permitiría la participación de cinco clubes más que, por supuesto, ellos elegirían.

Esta propuesta de inmediato generó un rechazo total, principalmente en hinchas, jugadores y entrenadores ingleses, provenientes del país que vio nacer este deporte; entre otras cosas, se nombró a esta liga como elitista y se dijo que tenía como único objetivo el beneficio económico para los equipos, ya de por sí, más ricos.

El 19 de abril, el Leeeds se enfrentó al Liverpool -uno de los equipos que intentaban conformar la Superliga- y los jugadores vistieron durante el calentamiento una camiseta que decía: «Gánensela en la cancha/El fútbol es de los aficionados.»

El 19 de abril, el Leeds se enfrentó al Liverpool -uno de los equipos que intentaban conformar la Superliga- y sus jugadores vistieron durante el calentamiento una camiseta que decía: «Gánensela en la cancha/El fútbol es de los aficionados», en una clara alusión al posicionamiento elitista de estos clubes, en el que los intereses económicos estaban por encima de los méritos deportivos.

Finalmente, fueron las y los aficionados ingleses quienes lograron que los seis equipos de su país que pretendían ser parte de la Superliga desistieran de ello, produciendo un efecto en cascada de otros clubes. Este evento me animó a escribir y mover el foco a lo que hace que, hasta hoy, el fútbol siga siendo un deporte tan importante y querido alrededor del planeta. Si bien, para estas fechas este proyecto ya ha sido desechado por sus impulsores, bien vale la pena entender lo que es verdaderamente importante en el fútbol: las y los aficionados, es decir, las personas.

Me puse a pensar desde cuándo me gusta el fútbol, y no logré recordar un momento en particular, fue más bien un collage de momentos: jugándolo; orgullosa de mi tío “El Tanque Díaz” y las idas al estadio con mis amigos, a pesar de que le iban al equipo que era el eterno rival del mío. Ese collage fue creciendo y se enriqueció con las primeras idas al estadio con mi hijo, para verlo jugar, así como para que juntos apoyáramos a nuestros queridos Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Decidí entonces preguntar a mis amigas y amigos cercanos, como yo, amantes del fútbol, ¿por qué les gusta el fútbol?  Y sus respuestas son las que le dan cuerpo a este escrito, sobre todo ahora que es más común que las mujeres nos sumemos a la afición más allá de simplemente acompañar al estadio a la pareja o tener que estar obligadas a ver los partidos por televisión los domingos.

 “¿Por qué me gusta el fútbol? No sé, para mí es parte de esas cosas que no te acuerdas cuando te comenzaron a gustar, que siempre estuvieron en tu día. Pero definitivamente el amor se concretó la primera vez que vi el césped del Hernando Siles”. Delfor Ulloa

Para Carla, el fútbol ha sido una actividad familiar desde siempre. Sus papás, aficionados al Bolívar (equipo de La Paz, Bolivia), fomentaron en ella y en sus dos hermanas el gusto por el equipo de sus amores y, de esta forma, el fútbol acercó a estas tres hermanas, mucho más, con su papá.

Oscar lo lleva en el corazón como un legado familiar; para Roberto significa recuerdos familiares y compartir con los amigos; y, para Leonardo, el fútbol es una representación de la vida misma. Leonardo me relata una analogía perfecta: en promedio se viven noventa años, y un partido dura noventa minutos; al inicio del juego, como en la vida, estamos frescos, llenos de energía, pero también cometemos errores, pero, conforme avanza el juego, y la vida, te vas haciendo de más experiencia y debes aprender a jugar con quienes estén en la cancha, haciendo un símil con nuestras vidas cotidianas.

Para Carla, el fútbol ha sido una actividad familiar desde siempre. Sus papás, aficionados al Bolívar (equipo de La Paz, Bolivia), fomentaron en ella y en sus dos hermanas el gusto por el equipo de sus amores y, de esta forma, el fútbol acercó a estas tres hermanas, mucho más, con su papá.

Esa vivencia que nos conecta con el fútbol la siente desde el millonario más acomodado hasta el más humilde trabajador, porque, si algo tiene este deporte, es que atraviesa de forma transversal a todas las clases sociales sin distinción.

Si Florentino Pérez y sus cómplices se interesaran por recuperar estos pedacitos de historias y experiencias que vive la gente cuando escucha el silbatazo que da inicio a un juego, tal vez  lograrían entender por qué su idea elitista fracasó, como lo dijeron claramente los jugadores del Leeds, en relación a que el fútbol le pertenece a las personas, y que, por más esfuerzos que hagan las dirigencias, los dueños de los clubes y las grandes cadenas deportivas por querer transformar al fútbol (y cualquier deporte) en sólo un negocio, se encontrarán con quienes vibramos viendo rodar un balón para recordarles que este deporte nos pertenece y que se sostiene por quienes pagan su boleto a un partido, por quienes encienden un televisor o compran una camiseta, por la tenacidad de quienes lo juegan y porque sigue siendo la ilusión de muchos niños y ahora fabulosamente también de muchas niñas,  convertirse en algún momento en el siguiente Cristiano Ronaldo o Megan Rapinoe. 

Si Florentino Pérez y sus cómplices se interesaran por recuperar estos pedacitos de historias y experiencias que vive la gente cuando escucha el silbatazo que da inicio a un juego, tal vez lograrían entender por qué su idea elitista fracasó.

Cuando le pregunté a mi hijo Diego por qué le comenzó a gustar el fútbol y decidió ser arquero, me respondió: “Fue en el mundial de 2014, ahí conocí a Kaylor Navas, tuvo un Mundial excepcional y pensé: yo quiero hacer eso”. Y, así, ahora le toca a él seguir sumando recuerdos a su collage de momentos, acompañados por un balón. 

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