Desde hace cientos de miles de años, los seres humanos han moldeado y gestionado el mundo. A últimas fechas, lo estamos haciendo con mayor velocidad, influencia y fervor. Moldeamos y somos moldeados por nuestro cuidado, consumo, manipulación, destrucción y compasión por otros seres vivos. La vida humana es un esfuerzo colectivo de múltiples especies, una corriente en la que los humanos y nuestras especies acompañantes siempre nos hemos visto enfrascados. Ahora, más que nunca antes, este proceso de entrelazamiento está más generalizado y ampliamente distribuido en lo que se ha dado en llamar como ‘Antropoceno’.

El antropólogo Tim Ingold nos recuerda que debemos pensar en la sustentabilidad de todo o de nada. Esta idea implica que la sustentabilidad, en un sentido serio y profundo, es una relación necesaria, y debe abordarse en una conversación sobre y con el mundo que habitamos si ha de haber un futuro. Pero, ¿pueden los humanos del siglo XXI vivir de manera sustentable? La antropóloga Anna Tsing a menudo nos recuerda que hemos estado detonando el mundo una y otra vez, destruyendo y destrozando gran parte del planeta. Y ella nos implora que ampliemos nuestras cartografías y conceptualizaciones del Antropoceno para comprender mejor qué y cómo hacemos lo que hacemos. El científico ambiental Kyle Powys Whyte demuestra la importancia de lograr que las poblaciones diversas aprendan unas de otras y cómo sus diferentes enfoques podrían combinarse para administrar mejor los recursos naturales y adaptarnos al cambio climático. Whyte alienta a los académicos, y a todos en general, a estar abiertos a una colaboración genuina entre muchos sistemas de conocimiento en el Antropoceno.

Los tres tienen razón.

La vida humana es un esfuerzo colectivo de múltiples especies, una corriente en la que los humanos y nuestras especies acompañantes siempre nos hemos visto enfrascados. Ahora, más que nunca antes, este proceso de entrelazamiento está más generalizado y ampliamente distribuido en lo que se ha dado en llamar como ‘Antropoceno’.

Hay mucha complejidad en la forma en la que la humanidad se relaciona con el mundo y gran parte de esta resulta en crisis, para los humanos y una miríada de otras formas de vida. Sugiero un modo por el cual podemos vadear esta complejidad y pensar de manera más efectiva, posiblemente de forma sustentable y positivamente como marco conceptual, sobre el Antropoceno, enfocándonos en las interacciones entre los humanos y otros organismos, en nuestras ecologías mutuas que co-producen y co-construyen los nichos de cada quien. Y una forma esencial de hacer esto es escuchar a los humanos que ya lo están haciendo, o que tienen formas de vivir en el mundo con otros seres que no son tan extractivas o letales como la forma actualmente dominante de economía y política. La forma en que los humanos viven entre sí y con otros organismos es de suma importancia para comprender el Antropoceno, especialmente si esperamos lograr algo de sustentabilidad o meramente reducir los daños y perjuicios.

Mi línea argumentativa aquí es que, si nos tomamos en serio el Antropoceno, los humanos necesitamos entender que hay una gama de posibilidades del habitar humano y que otras especies (más allá de nosotros mismos) también son agentes dinámicos, participantes y colaboradores, incluso socios, en esta coyuntura apremiante. No estamos solos en este planeta, y nunca lo hemos estado. Los modos dominantes de uso y extracción de recursos que priman en la actualidad tampoco son las únicas formas de vida. Y hay muchos humanos en el planeta que ya lo saben.

Permítanme ofrecer tres puntos para su consideración.

La forma en que los humanos viven entre sí y con otros organismos es de suma importancia para comprender el Antropoceno, especialmente si esperamos lograr algo de sustentabilidad o meramente reducir los daños y perjuicios.

Primero, la división entre el mundo «construido por humanos» y el mundo «natural» es un artificio. Esta no es la forma en que la humanidad debería hablar del mundo porque no es una descripción precisa del mundo en el que vivimos. Es decir, durante al menos 20.000 años, la participación activa de los seres humanos ha remodelado los bosques, los ecotonos, los paisajes y las ecologías de todo el planeta. Los seres humanos han estado dando forma al mundo, y eso les ha dado forma también a ellos durante muchos eones. La diversidad de formas en que esto ha ocurrido y ocurre es relevante.

En segundo lugar, dejemos de intentar averiguar cuándo comenzaron los «malos tiempos» del Antropoceno. Dicha época está aquí sin importar lo que uno decida con base en definiciones o puntos de origen. Todos los procesos catastróficos que muchos atribuyen al Antropoceno, como el cambio climático masivo, la destrucción y alteración de hábitats a gran escala, la reestructuración de ecosistemas a nivel local, regional y global, etcétera, están en curso. Son estos procesos los que deberían ser el foco de preocupación. Al pensar en estos procesos que están rompiendo y dañando la vida del planeta, uno puede entender que, aunque los seres humanos hayan tenido grandes influencias en los paisajes, organismos y ecologías que los han rodeado durante milenios, hoy esa influencia no está distribuida de manera uniforme. No todos los grupos humanos, no todas las naciones, no todas las regiones, no todos los lugares están impactando al mundo de la misma manera. Eso es increíblemente importante de considerar, especialmente cuando se piensa en quién está haciendo la mayor parte de la investigación, extracción y modificación de las ecologías en 2021. Necesitamos contrarrestar las acciones y argumentos hegemónicos de corporaciones, instituciones y academias afincadas en el Norte Global y en el mundo industrializado. Sus voces son demasiado fuertes y están demasiado centradas en sus propios intereses económicos. En cambio, debemos elevar las voces de aquellos que portan la menor responsabilidad de la destrucción del medio ambiente a escala global y de aquellos que han tenido éxito en la preservación de la biodiversidad en sus entornos locales.

Necesitamos contrarrestar las acciones y argumentos hegemónicos de corporaciones, instituciones y academias afincadas en el Norte Global y en el mundo industrializado. Sus voces son demasiado fuertes y están demasiado centradas en sus propios intereses económicos.

En tercer lugar, para comprometerse verdaderamente con el Antropoceno, gran parte de la humanidad necesita aceptar y comprender el contexto en el que realmente existe la mayor parte de la vida. En 2021 nosotros (por “nosotros” me refiero a casi todo lo que hay en el planeta) vivimos principalmente en antromas, biomas antropogénicos, ecosistemas en los que muchas especies contribuyen, pero los humanos han sido, y son, importantes influencias en la dinámica del sistema. Los humanos somos parte de la naturaleza y siempre lo hemos sido. Los humanos nunca han estado solos, ni han sido los únicos seres que importan, pero muchos de nosotros nos hemos comportando como si ese fuera el caso. Nuestro egocentrismo nos lleva a abusar de nuestro mundo e ignorar las aportaciones de toda la gama de voces humanas, muchas de las cuales no se encuentran en los centros del poder económico, político y académico. Eso debería terminar. En particular, sugiero que los académicos, como yo, y los agentes con poder económico y político, y de hecho todos los que piensan en la sustentabilidad, deberían comprometerse seriamente con la diversa gama de voces que aportan conocimientos e ideas de diferentes periferias, historias y contextos. Los enfoques «estándar» no parecen funcionar por sí solos (incluso si algunos resultan útiles), por lo que es hora de abrirnos más seriamente a otros enfoques que podrían avivar la comprensión y nuestra capacidad de pensar a través del Antropoceno.

Los humanos nunca han estado solos, ni han sido los únicos seres que importan, pero muchos de nosotros nos hemos comportando como si ese fuera el caso. Nuestro egocentrismo nos lleva a abusar de nuestro mundo e ignorar las aportaciones de toda la gama de voces humanas, muchas de las cuales no se encuentran en los centros del poder económico, político y académico.

Mi punto aquí es unirme al llamado de Kyle Powys Whyte, y de muchos otros, para reenfocar parte del discurso sobre el Antropoceno hacia una mayor comprensión de las ecologías mutuas en las que todos residimos a través de diálogos y escuchando a los humanos que han sido, y posiblemente todavía lo son, un poco mejores en la co-producción y co-construcción sostenible de nichos y vidas con otras especies. El Antropoceno no se trata solo de algunos humanos, sino de todos los humanos y de todos los organismos. Este marco es necesario si uno está seriamente comprometido con la generación de futuros posibles que sean sostenibles y esperanzadores.

El Antropoceno no se trata solo de algunos humanos, sino de todos los humanos y de todos los organismos. Este marco es necesario si uno está seriamente comprometido con la generación de futuros posibles que sean sostenibles y esperanzadores.

Entonces, si esto te interesa, aquí hay algunas sugerencias de lecturas, desde el punto de vista de la ciencia y la ecología, que apuntan en algunas direcciones posibles:

THESE INDIGENOUS EDUCATORS ARE BRINGING WESTERN AND NATIVE SCIENCE TOGETHER IN THE CLASSROOM https://ensia.com/articles/environmental-education-traditional-ecological-knowledge-native-science/

What Conservation Efforts Can Learn from Indigenous Communities https://www.scientificamerican.com/article/what-conservation-efforts-can-learn-from-indigenous-communities/

What can we learn from Indigenous groups about safeguarding the environment? https://www.euronews.com/green/2021/08/09/what-can-we-learn-from-indigenous-groups-about-how-to-respect-nature

When Scientists “Discover” What Indigenous People Have Known For Centuries https://www.smithsonianmag.com/science-nature/why-science-takes-so-long-catch-up-traditional-knowledge-180968216/

Whyte, Kyle. (2018). Settler Colonialism, Ecology, and Environmental Injustice. Environment and Society.  9. 125-144. 10.3167/ares.2018.090109.          https://www.researchgate.net/publication/327455189_Settler_Colonialism_Ecology_and_Environmental_Injustice

Whyte, K.P. On the role of traditional ecological knowledge as a collaborative concept: a philosophical study. Ecol Process 2, 7 (2013). https://doi.org/10.1186/2192-1709-2-7

Thompson, K.-L., T. Lantz, and N. C. Ban. 2020. A review of Indigenous knowledge and participation in environmental monitoring. Ecology and Society 25(2):10.
https://doi.org/10.5751/ES-11503-250210

Ban, N.C., Frid, A., Reid, M. et al. Incorporate Indigenous perspectives for impactful research and effective management. Nat Ecol Evol 2, 1680–1683 (2018). https://doi.org/10.1038/s41559-018-0706-0

Centre for the Anthropology of Sustainability blog https://www.ucl.ac.uk/anthropology/research/caos/caos-blog 

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