Los fotolibros son artefactos increíbles para la fotografía, ya que ha encontrado en ellos una gran forma de circulación y de persistencia en el tiempo. En ellos confluyen un cúmulo de ideas, y está presente lo que José Luna llama “el ejercicio de la mirada…”. La tradición en torno a esta suerte de museos portátiles es longeva en nuestro país, aunque su difusión podría mejorarse; tomando ello como pretexto, planteo un breve recorrido por tres proyectos que bien pueden dar un panorama en torno a la importancia de contar en imágenes nuestro paso por el mundo.

¿Qué país es este?
Para el fotógrafo y editor, Pablo Ortiz Monasterio, los libros aún son la mejor plataforma para la fotografía. El primer gran trabajo que realizó Pablo en torno a la edición de fotografía fue en la serie México Indígena auspiciada por el otrora Instituto Nacional Indigenista, hoy Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), que en ese momento tenía al gran Juan Rulfo al frente la Dirección de publicaciones del instituto, y fue a él, a quien Pablo presentó los siete números de dicha colección en torno a diversos pueblos originarios del país. Esta serie, como su nombre lo indica, aborda un tema de vital importancia y por demás vigente en nuestro país: los pueblos indígenas.

La generación de fotógrafas y fotógrafos a la que pertenece Ortiz Monasterio encabezó la reivindicación de la fotografía mexicana y latinoamericana en las últimas décadas del siglo XX, y en esta serie confluyen varios de estos creadores. En el libro La casa en la tierra, Mariana Yampolsky da cuenta de la diversidad en la creación de casas en distintas comunidades indígenas, acompañado de un excelente texto, nada menos que de Elena Poniatowska. Por su parte Nacho López en Los pueblos de la bruma y el sol, ejerce su mirada atenta, pero con una sutil cercanía con quien retrata y por momentos logra esa complicidad esperada. No menos interesante resulta el trabajo de la célebre Graciela Iturbide en Los que viven en la arena, en torno al pueblo sonorense. Por su parte Pablo Ortiz Monasterio, un referente en la edición fotográfica nacional e internacional, y responsable de la célebre colección Río de luz, junto con José Manuel Pintado, poeta y cronista, dieron vida a la pieza Los pueblos del viento; Pablo menciona que Pintado decía que lo que estaban haciendo era “antropoesía”, porque estaban conjugando estudios monográficos de los pueblos originarios y una fotografía documental que rebasa el mero acto de documentación historiográfica.

“Pablo menciona que Pintado decía que lo que estaban haciendo era “antropoesía”, porque estaban conjugando estudios monográficos de los pueblos originarios y una fotografía documental que rebasa el mero acto de documentación historiográfica”
Tiempos híbridos
Pensar la década de los noventa me regresa a mi adolescencia, a un país violento, que lo disfrazaba todo de burla y euforia, en donde varias fotógrafas y fotógrafos dieron cuenta de esa época cruenta y a la vez esperanzadora de la Ciudad de México, como sólo puede ser esta gran metrópoli para sus habitantes. Aún recuerdo que en ese entonces, el trabajo fotográfico todavía se realizaba mayormente con película de celulosa. Los procesos digitales comenzaron de manera híbrida para los fotoperiodistas hasta las postrimerías del fin de siglo pasado.
En 1994, en Chiapas durante una cobertura del naciente Ejército Zapatista de Liberación Nacional, Cecilia Candelario y Omar Meneses volvieron a soñar, quizás entre la bruma de la montaña, con la idea de que sería bueno hacer libros de su trabajo fotográfico. Años después, en el marco del Bicentenario de la Independencia de México (2010) y la convocatoria lanzada por el Fondo de Cultura Económica, surgieron, precisamente de la bruma del nuevo milenio, los primeros cuatro fotolibros de la colección Ojo de Venado, encabezada por Cecilia Candelaria, Ernesto Ramírez y Omar Meneses (1961-2018), cuyo libro de esta colección: Historia y vida, es un auténtico garbanzo de a libra.

El nombre de esta colección alude a la idea de amuleto y a una mirada certera para conseguir aquella imagen, por tan largo tiempo esperada. Para Cecilia, un aporte de la colección fue “impulsar a otros compañeros a que buscaran sacar sus propias publicaciones colectivas”. El planteamiento fue un ejercicio de memoria colectiva e individual: cada autor revisa los últimos 20 años de trabajo y presenta una publicación al respecto, en un contexto de trabajo colectivo. En el curso de tres años salieron los nueve títulos que conforman la colección, de los que quizás son los últimos fotógrafos documentales en los términos en que los conocimos a lo largo del siglo pasado (dixit Hermann Bellinghausen).
En 2023, Cecilia y Elizabeth Andriopolus organizaron el relanzamiento de la colección en la Casa de Lago, al tiempo que brindaron un homenaje a personajes destacados de la fotografía mexicana como Patricia Mendoza y Lázaro Blanco. De hecho, Cecilia, Elizabeth y Omar tomaron clases en el legendario taller que encabezó por más de cuarenta años en el recinto universitario el maestro Blanco, de quien recuerda Cecilia, aprendieron grandes lecciones como la importancia de no sólo “ver” al frente de tu cámara sino mirar atrás”, entender el contexto del hecho fotográfico. Actualmente Elizabeth y Cecilia impulsan la continuidad de esta colección.

“De quien recuerda Cecilia, aprendieron grandes lecciones como la importancia de no sólo “ver” al frente de tu cámara sino mirar atrás”, entender el contexto del hecho fotográfico”
Donde veas un águila toma la foto
En 1823 se fundó el Distrito Federal, hoy Ciudad de México“, para albergar los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial” con una clara idea liberal y federalista. Desde entonces a la fecha se han contado muchas historias en este ombligo de la luna o CDMX, muchas de ellas narradas por las lentes de fotógrafas y fotógrafos. En Érase una vez un Distrito Federal. Cuatro miradas sobre la ciudad, confluye el trabajo precisamente de cuatro fotógrafos agrupados en el Colectivo F que desde diferentes generaciones y maneras de vivir el quehacer fotográfico buscan contar el paso del tiempo en la capital de nuestro país, siempre emblemática, desmesurada y llena de historias.
El libro contiene la mirada de Alfredo Estrella, fotógrafo de larga trayectoria y coberturas complejas: desastres naturales, movimientos sociales y narcotráfico, para quien la Ciudad de México “lo es todo” y le ha “regalado muchos momentos fotográficos”; la de Antonio Nava, autor que ha caminado y retratado la ciudad desde ya varias décadas, y que junto con otro grupo de fotógrafos, ha generado diversos proyectos en torno al fotoperiodismo y la fotografía documental con gran impacto en esta ciudad; la mirada de Keith Dannemiller ―quien decidió afincarse en México a partir de 1987― que busca retratar esa idea de lo inabarcable que tiene este lugar, alguna vez conocido como el Distrito Federal; finalmente José Luna, que en su andar advierte elementos específicos capaces de condensar eso que nos hace llamar chilangos. Su mirada resulta sagaz y con un dejo de ironía, siempre atenta al acontecimiento social de lo cotidiano.

“Su mirada resulta sagaz y con un dejo de ironía, siempre atenta al acontecimiento social de lo cotidiano”
El fotolibro, impulsado originalmente por José Luna, a partir de su formación literaria, su trabajo como gestor cultural, y su experiencia vivida en Alemania, donde constató la cultura existente en ese país en torno al fotolibro, fue presentado y distribuido gratuitamente a lo largo de los últimos meses del año pasado en sitios como el Centro Cultural El Rule o la Feria Internacional del Libro en el Zócalo capitalino, materializa una propuesta visual en torno a lo que entendemos por Ciudad de México.
Hasta aquí el recorrido, no sin antes mencionar que el Colectivo F ya prepara un trabajo acerca de la bicicleta… Y aunque la mirada persiste y sin duda confirma una larga vida a los fotolibros y a las fotógrafas y fotógrafos, siempre será importante encontrar nuevas formas de entender y retratar nuestro entorno.

Omar Isaac López Monroy. Periodista independiente y promotor cultural. Coautor del libro _Estampas de la cotidianidad: una mirada al Pueblo de San Juan de Aragón_, proyecto apoyado por el Programa PACMyC (Programa de Apoyos a las Culturas Municipales y Comunitarias) en 2020. Ha publicado artículos periodísticos sobre fotografía, contracultura y rock en _Retina magazine y La Jornada Semanal_. Actualmente, cursa la especialidad en Historia del Arte en la UNAM.