El trabajo del director canadiense, de origen quebequense, Robert Lepage, sin duda se caracteriza por la innovación, experimentación y la integración de la tecnología en cada uno de sus trabajos.

887 es un texto dramático que en su versión ilustrada no escapa de la integración tecnológica por parte de su autor. Esta obra es específicamente un monologo que se centra en la historia personal de Robert Lepage, que trata de la época de su infancia-adolescencia y su posterior ingreso al Conservatorio de Arte Dramático de Quebec a la edad de 17 años. 887 es el número de la avenida Murray en el barrio de Montcalm de la ciudad de Quebec, Canadá, lugar donde Lepage vivió parte de su infancia-adolescencia.

En este texto se entremezclan la historia personal de Lepage con la historia del Quebec de los años 1960 a 1970. Lepage, a través de este texto, hace un recuento del momento en que se crea la bandera canadiense, la visita al país de personalidades importantes como la del general-presidente francés Charles de Gaulle, así como las actividades del militante político quebequense Pierre Bourgault —quien defendía con entusiasmo la independencia de Quebec.

A lo largo del relato, Lepage pone de manifiesto la división de clases sociales existente en esa época, y narra cómo durante su adolescencia le fue negado el acceso a un célebre colegio por el simple hecho de ser hijo de un chofer de taxi.

A pesar de la narrativa cruda que se despliega para plasmar aquella época, 887 está lleno de humor y de otras anécdotas y recuerdos más agradables de la vida nacional canadiense y las del propio autor. Este texto es sin duda el más autobiográfico, y el de color más local que Robert Lepage haya escrito y dirigido escénicamente: es, un homenaje a su familia, un canto de amor dedicado especialmente a su padre.

Ya en escena, este monólogo está narrado en primera persona, y si hay intervención de otros personajes es dado por metonimias, evocaciones, proyecciones en pantalla, voces grabadas y alusiones directas. Las didascalias indican exactamente el movimiento de la escenografía durante el espectáculo y/o de elementos escénicos que se encuentran allí. En una didascalia del texto, podemos encontrar indicaciones como: El muro-pantalla se abre por en medio como si fuera un telón, y revela una autentica pantalla más pequeña sobre la que se proyecta el número de teléfono 681-5031 (Lepage, 2016, p.15). O bien indicaciones como: Él saca de su bolsa un teléfono portable y lo utiliza como control remoto. Apunta hacia la pantalla, y hace aparecer la siguiente dirección: 887, avenida Murray (Ibid. p.16). En este sentido, gracias a las indicaciones precisas en las didascalias, la edición ilustrada de 887 es una extensión de la puesta en escena, que va más allá de una sencilla lectura de un texto dramático.

Hay que mencionar que el espectáculo cuenta con poco más de sesenta y dos cambios de espacios escénicos que van desde la intimidad de la habitación que Lepage compartía con su hermana pequeña, hasta una gran avenida en la que sucede un desfile, pasando por varios departamentos, las fachadas de un edificio completo, e incluso el mismo teatro donde estamos presenciando el espectáculo. Todas estas indicaciones de cambios de escenografía y lugar, sucedidas durante el espectáculo vienen indicadas con precisión en las didascalias. Dicha descripción trata de ser completamente fiel a lo que sucedía en el espectáculo. Si el lector tuvo la fortuna de presenciar el evento, los recuerdos de cada secuencia de la puesta en escena vienen rápidamente a la memoria. Y es aquí, donde lo interesante del libro, en cuanto a innovación tecnológica, entra en escena.

Para completar y reforzar nuestros recuerdos de la puesta en escena, Robert Lepage se apoya, en principio, en el ilustrador Steve Blanchet para recrear gráficamente ciertos pasajes y elementos del montaje escénico. Dichas ilustraciones están concebidas en el estilo gráfico de la publicidad de los años 60-70 en Quebec.

A pesar de la narrativa cruda que se despliega para plasmar aquella época, 887 está lleno de humor y de otras anécdotas y recuerdos más agradables de la vida nacional canadiense y las del propio autor.

En segundo lugar, Lepage recurre, como es habitual a su equipo de creadores interdisciplinarios de su compañía Ex Machina, para la elaboración de imágenes en tercera dimensión. El nuevo ingrediente tecnológico que Robert Lepage adiciona a la lectura de su obra en versión ilustrada, es lo que en el mundo de la creación audiovisual se conoce como “realidad aumentada”. Es decir, elementos físicos tangibles como las ilustraciones en la página de un libro, se combinan con elementos virtuales en pantalla, para crear, valga la redundancia, una realidad aumentada en tiempo real.

El libro cuenta con 164 páginas y viene acompañado de una aplicación que puede descargarse en las diversas plataformas de visualización de contenido multimedia. Ya sea que poseamos una tableta o incluso un teléfono portable, ciertas páginas del libro podrán ejecutar diversos pasajes que se encuentran en el montaje escénico.

Es decir que, a través de nuestro dispositivo, una vez colocado frente a cierta ilustración del libro, una imagen en video o en audio será puesta en marcha. De este modo, podemos tener acceso a videos que se proyectaron durante el espectáculo, audios y animaciones que podemos volver a ver y escuchar para recrear alguna secuencia en concreto. 

Considero que Robert Lepage vuelve a reafirmarse como punta de la vanguardia teatral contemporánea, al innovar con esta edición ilustrada de un texto dramático, logrando integrar la tecnología audiovisual y hacer que la experiencia de lectura se vuelva interactiva; brindándonos un nuevo horizonte de lo que el teatro podría llegar a ser, al nutrirse de otras disciplinas.

Información bibliográfica del libro reseñado. 

Robert Lepage. 887. Montréal: Québec Amérique, 2016, 164 pp.

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