Arte Dinámico: El uso de características naturales para capturar el movimiento animal y las dimensiones en el arte rupestre de la era del hielo.

Deambulando hacia una cueva buscando refugio durante las arduas condiciones de la última Era del Hielo, una persona observa características fuera de este mundo emerger debajo del tenue brillo de su antorcha. Debajo de la luz parpadeante emitida por la flama, sombras que bailan, se burlan de su percepción, e imágenes de animales parecen parpadear dentro y fuera de foco. Inspirado, toman algunos pigmentos y los embarran a través de la pared de la cueva, capturando la forma del animal que brevemente vislumbraron.

El arte rupestre de la Era del Hielo sugió hace al menos 70,000 años, en el Paleolítico Medio entre nuestros primos más estrechamente relacionados, los Neandertales (Homo sapiens neanderthalensis), y nuestra propia especie (Homo sapiens sapiens) parece haber tomado parte en esta práctica hace unos 40,000 años, al principio del Paleolitico Superior. El arte rupestre se generalizó durante este período y se trata de una forma intrigante de cultura visual; la decisión de aventurarse en cuevas oscuras y peligrosas para hacer arte es una que todavía deja perplejos a los arqueólogos. Es uno de los primeros y más singulares ejemplos de una característica fundamental humana: el deseo de crear. Al comprenderlo mejor, podemos descifrar cómo surgió este deseo en nuestra especie.

Es uno de los primeros y más singulares ejemplos de una característica fundamental humana: el deseo de crear.

Grabado en piedra

Una forma de entender este comportamiento es explorar los motivos detrás de la ubicación y los temas sobre animales de este tipo de arte. El arte rupestre está abrumadoramente dominado por representaciones de especies de presas (por ejemplo, caballos, ciervos, bisontes y mamuts), en los cuales los humanos habrían confiado para la caza, para sobrevivir a las duras condiciones climáticas. Sin embargo, la manera en que estos animales fueron representados no fue como hoy en día podríamos dibujar un animal – por ejemplo, como una imagen estática, bidimensional en un lienzo en blanco. Al contrario, nuestros artistas de Paleolítico parecen haber utilizado los rasgos naturales de la cueva para capturar la imagen y las dimensiones de un animal. Las grietas de la pared pudieron haber sido usadas para representar el lomo del animal, o un contorno pudo haber sido usado para representar la pata de un animal. (Figura 1).

Figura 1. Representación de un bisonte de la cueva de El Castillo (Cantabria, España). El lomo y la cola del animal están representados por una grieta natural en la pared, y esta grieta también forma los cuernos de otro bisonte. Imagen: Autor / Gobierno de Cantabria ©

Existen varias teorías sobre por qué las representaciones de animales parecen utilizar las paredes de las cuevas de esta manera. Una que ha emergido en años recientes, y ha sido encabezada por el psicólogo Derek Hodgson (2006; 2008; 2012; Hodgson and Pettitt 2018), propone que la naturaleza de los ambientes de las cuevas tuvo un efecto específico en el sistema visual de la gente del Paleolítico. La oscuridad y la tenue luz parpadeante de una llama habrían aumentado la conciencia sensorial de estos exploradores paleolíticos, y en la oscuridad su sistema visual trataría de «dar sentido» a la limitada información visual que estaba recibiendo. Esto habría desencadenado una respuesta psicológica conocida como hiperimagen (Hodgson 2008, 344), donde las señales visuales desconocidas y sugerentes de repente se ven como otra cosa, similar a cuando te despiertas repentinamente en la noche y confundes un abrigo que cuelga de una puerta con un persona.

Hodgson propone que, en estas condiciones, las sugerentes formas de las rocas podrían haber parecido animales a las personas del Paleolítico Superior que exploraban la cueva. Al ver a estos animales familiares, decidieron trazar su forma utilizando pigmentos naturales como pintura, o una herramienta de piedra para tallar la forma en la pared. Esto sugeriría que algunos aspectos del tema y la ubicación de estas representaciones estaban predeterminados o grabados en piedra, y nuestros artistas paleolíticos estaban simplemente a merced de su propio sistema visual.

Traer el arte a la vida

Este efecto de los ambientes de las cuevas en el sistema visual como explicación de la relación entre las características naturales y el arte rupestre, tal vez no cuente toda la historia. Si consideramos esto con más profundidad, la respuesta de hacer una pausa para pintar animales que ves en una cueva misteriosa no tiene mucho sentido; probablemente todos estaríamos de acuerdo en que la respuesta más natural al ver animales emerger de las rocas sería ¡salir corriendo de la cueva!

En cambio, es más probable que este fenómeno tomara una cierta importancia cultural y que fuese la inspiración, en vez del ímpetu exclusivo, para crear arte dentro de las cuevas. Los animales eran culturalmente importantes para los pueblos del Paleolítico Superior, como recursos cruciales de alimentos y materiales y como socios centrales en sus vidas, lo que les permitía pensar sobre su lugar en el mundo. Como era de esperar, el repertorio artístico de las sociedades del Paleolítico superior incluye animales de múltiples formas; Se tallaban formas de animales en marfil, se grababan en astas y piedras, y se usaban partes de animales como joyería. Por lo tanto, es probable que ver a estos animales emerger de rasgos sugerentes en cuevas, hubiera evocado una importancia profundamente arraigada de los animales para las sociedades humanas y, en consecuencia, capturar su forma adquirió un rico significado cultural.

Los animales eran culturalmente importantes para los pueblos del Paleolítico Superior, como recursos cruciales de alimentos y materiales y como socios centrales en sus vidas, lo que les permitía pensar sobre su lugar en el mundo.

El posicionamiento de los animales dentro del arte rupestre refleja la atención que los humanos prestaban a los animales durante este período. Los animales no se representan como estáticos o pasivos; en cambio, se representan de una manera que captura el comportamiento de un animal como alerta, pastoreo, reposo, apareamiento y mucho más. Al utilizar grietas o contornos, la imagen del animal se transforma en una representación tridimensional. Sorprendentemente, incluso la luz parpadeante de una antorcha paleolítica juega un papel importante para darle vida al arte. En algunos casos, los animales se representan con múltiples cabezas o patas en diferentes posiciones, lo que parece animar intencionalmente al animal (Azéma y Rivère 2012); bajo una luz parpadeante, se ve una posición de la cabeza, luego la otra, dando la impresión de movimiento (figura 2).

Figura 2. El panel de los leones en la cueva Chauvet (Ardèche, Francia). Algunos de estos leones de las cavernas se han representado con múltiples cabezas y patas, para dar la impresión de movimiento cuando se ven bajo una luz parpadeante. Imagen cortesía de Wikimedia Commons

El arte rupestre encapsula las capacidades creativas y distintivamente humanas de nuestra especie. Para nuestros antepasados, el arte rupestre era un medio a través del cual negociaban su relación con el mundo natural que los rodeaba; el arte era un proceso activo, profundamente arraigado en los ritmos de la vida social del Paleolítico superior. El arte fue, y sigue siendo un medio a través del cual buscamos comprendernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.

Los humanos son una especie inherentemente creativa y curiosa; nuestra habilidad para hacer y relacionarnos con el mundo en maneras nuevas e interesantes nos separa dentro del reino animal. Los comportamientos artísticos, en particular, son omnipresentes a través de todas las sociedades humanas contemporáneas y pasadas, y despiertan algo innato dentro de nosotros que busca expresarnos a nosotros mismos en maneras visualmente interesantes.  El arte rupestre fue un fenómeno generalizado a través del mundo Paleolítico, y es una fascinante forma de cultura visual; la decisión de aventurarse dentro de los sistemas de cuevas obscuras, y a menudo peligrosas, para producir representaciones abstractas y figurativas es una que todavía deja perplejos a los arqueólogos. La profundidad temporal de este comportamiento demuestra que está íntimamente entrelazada con el surgimiento de la práctica artística entre de nuestra especie. Así, al entender mejor el arte rupestre, podemos comprender mejor cómo nuestro deseo de crear representaciones visuales surgió en nuestra especie.

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